Este planteamiento, no obstante, excede el conflicto de un medio informativo. No sólo buena parte de la profesión periodística está viviendo ese enfrentamiento entre una visión gestora que sólo repara en las cifras y una demanda profesional que pretende que se tenga en cuenta un espectro de valores mucho más amplio, sino que muchos de los análisis de lo que va mal en la sociedad señalan a esta visión como causa última de los problemas. Desde esta perspectiva, y como se ha subrayado repetidamente en el 15 M, la política, la gestión de los servicios públicos y el propio estado del bienestar se estarían viendo acosados por crecientes exigencias financieras que reconducen todo a criterios puramente económicos.
Hablamos de un modelo de gestión, asegura Luis Enrique Alonso, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, ampliamente extendido y que está causando notables disfunciones, ya que ha hecho que pasemos “de un funcionamiento más burocrático, ligado a prácticas profesionales muy establecidas, a otro que pretende disolver los códigos imperantes y establecer nuevas consideraciones acerca de lo que es y no es asumible”. En lo que se refiere a las empresas, “se ha optado por volatilizar las garantías establecidas, lo que ha generado fórmulas muy inestables, que no sólo han llevado a la precarización, sino que también han deteriorado la consistencia de las firmas a través de una continuada pérdida de estatus”.
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